martes, 23 de noviembre de 2010

De informes de diagnóstico y otras curiosidades.

Recientemente, la Inspección Educativa ha tenido a bien presentar en nuestro centro el resultado de las pruebas de diagnóstico realizadas en junio de 2010 a nuestros alumnos de 2º ESO. De dicha exposición y de los propios resultados me veo en la necesidad de hacer una serie de apuntes:
1. Me es indiferente lo que señalen esas pruebas. Ya sé que alumnos teníamos y también sé lo que trabajamos con ellos. Y, por supuesto, soy muy consciente de los resultados que se obtuvieron en las diferentes pruebas y evaluaciones que el conjunto del profesorado les hizo a lo largo de todo un curso y no en un sólo día.
2. Esas pruebas no van a cambiar mi forma de trabajar porque no me han demostrado nada distinto a lo que yo percibo en el aula día a día.
3. Sería muy de agradecer que la administración educativa tuviera a bien venir a este centro no sólo a presentar los resultados de estas pruebas, o a ponerse en contacto con la dirección del centro de forma ocasional, incluso a fiscalizar la labor de algunos departamentos cuando los resultados académicos no se ajustan a las medias deseadas, sino también a charlar y debatir con el profesorado en conjunto sobre lo que de verdad nos preocupa. O sea, que se fíe un poco más de los que sí diagnosticamos todos los días, no una vez al año. Quizás entonces se pudieran hacer una composición más cercana a la realidad de lo que realmente ocurre en las aulas.
4. Y, por último, sería también muy de agradecer que la administración educativa, pública no lo olvidemos, se pusiera de nuestra parte, es decir, de la enseñanza pública, y desenmascara la realidad de muchas de estas pruebas supuestamente objetivas. ¿A qué me refiero? Que muchos nos sentimos atacados en nuestra labor docente cuando se nos inquiere por algunos resultados desviados de la media y no se tiene en cuenta las realidades socioeconómicas y de capacidades del alumnado que tenemos en las aulas, para, inmediatamente, ponernos delante el espejo de una educación concertada que, de una forma u otra, selecciona su alumnado, marginando a todos aquellos que considera no le dan el perfil necesario para seguir sosteniendo una "educación de calidad", o sea, sin alumnado inmigrante ni con necesidades educativas específicas ni con riesgo de exclusión social. Pero, al final, todos vamos en el mismo saco y a todos se nos aplica la misma tabla de medir. Y lo peor es que todo esto viene amparado por una administración que, en su tiempo, se presentó como progresista y de izquierdas, aunque creo que ya hace tiempo que dejó de intentar seguir manteniendo el engaño.
5. Postdata. Por si alguien lee esto: en una semana son las elecciones sindicales. El descontento hay que expresarlo y podemos elegir a nuestros representantes, a los que nos deben defender frente a esa administración. Después no valdrán ya las quejas y los lamentos. Votad lo que en conciencia creais pero acudid a las urnas. Es un derecho y, hoy más que nunca, creo que una obligación.

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Profesor de Historia en un Instituto de Cantabria.

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